Europa perdió 2-1 con Las Palmas

América Latina mantiene un vínculo especial con el continente europeo. Los ideales utópicos de los pensadores europeos se traducían en una realidad distópica para los habitantes de los territorios antes colonizados por Europa. Finalmente, este continente fue el primer en ser conquistado por los europeos durante la época colonial. En este lugar, los exploradores y conquistadores probaron la explotación de nuevas áreas del planeta, lo cual fue crucial para el surgimiento de Europa en el siglo XIX. Al mismo tiempo, se desarrolló en este lugar una variedad de comunidades y tradiciones en las que tomaron parte individuos de todas las regiones del planeta. En los últimos cinco siglos, este fenómeno ha ido expandiéndose gradualmente a nivel global y en el siglo XX se ha observado crecientemente en Europa, conocido como “globalización”. Durante aproximadamente cuatro siglos, la influencia de Europa continuó siendo crucial para la ubicación de América Latina en el contexto mundial. Al principio, los europeos ocuparon la posición de gobernantes foráneos en América Latina, sin embargo, con el tiempo se integraron a las comunidades locales y se mezclaron con la población nativa, adoptando sus costumbres y formas de vida en un proceso conocido como “criollización”. Durante el periodo colonial, los criollos criticaron cada vez más el dominio y la explotación europeos, culminando con las llamadas a la independencia a finales del siglo XVIII. La independencia se logró en el continente en el primer tercio del siglo XIX, con algunas excepciones. Sin embargo, el fin de los imperios coloniales no significó el fin de la atención a Europa, ya que el enfoque se trasladó de los ibéricos a los británicos y franceses, vistos como especialmente progresistas. Durante aproximadamente un siglo, Europa progresista fue vista como un ejemplo a seguir y un centro de avances tanto económicos como culturales. Las clases altas criollas solían realizar viajes a Europa, con especial interés en la ciudad de París. En las instituciones educativas se impartía principalmente conocimientos sobre la antigüedad clásica y la historia europea. En ocasiones, en el ámbito del arte y la literatura, la imitación tomó formas interesantes. En este período, la imitación de modelos europeos fue fuertemente cuestionada, ya que se pedía una reflexión sobre la identidad propia y un enfoque en las problemáticas y situaciones específicas de América Latina. En el siglo XIX se generó una situación poscolonial, la cual prefiguró muchos de los argumentos que han resurgido desde el término de la Segunda Guerra Mundial y, en especial, en el presente. El imperialismo europeo en América Latina a finales del siglo XIX confirmó las críticas de muchos. Se trataba de una forma novedosa y distinta al colonialismo tradicional, ya que no perseguía la conquista formal de territorios extranjeros. La era del control colonial europeo en América Latina llegó a su fin después de los fracasos de Napoleón III en México, los esfuerzos fallidos de España por recolonizar en la década de 1860 y las derrotas de España en las guerras contra los cubanos y los estadounidenses en 1898/99. Ahora, solo quedaban unas pocas islas del Caribe y enclaves en las Guayanas bajo dominio europeo. Además, las naciones europeas, tanto las establecidas como las emergentes como Alemania e Italia, adoptaron actitudes mucho más agresivas a raíz de las crecientes tensiones internacionales. Las conversaciones de los entusiastas coloniales europeos, junto con otros factores, llevaron a América Latina a creer que las potencias mundiales estaban planeando dividir el continente siguiendo el modelo africano. Estados Unidos interpretó de la misma manera la situación y decidió fortalecer la Doctrina Monroe como respuesta. Finalmente, los europeos consintieron en la creciente supremacía de Estados Unidos a su costa con poco o ningún rechazo. La razón de este suceso radica en la estructura de poder a nivel mundial antes de la Primera Guerra Mundial, cuando Estados Unidos se volvió un socio atractivo para otras naciones. A pesar de que muchos no lo entendían completamente en ese momento, la intervención europea en los países independientes de América Latina, tan común en el siglo XIX, llegó a su fin con la crisis venezolana de 1902/03. Estados Unidos demostró su influencia diplomática, causando la rápida disolución de la alianza anglo-alemana y resolviendo a su favor la disputa de la deuda venezolana. A pesar de ello, América Latina no fue simplemente un simple instrumento de las potencias. Durante este periodo, los latinoamericanos desarrollaron sus propias ideas sobre cómo cambiar su situación internacional, influenciados por la confrontación intelectual con el imperialismo y las consideraciones del derecho internacional. Estas ideas cobraron relevancia en el siglo XX en el contexto de la descolonización. Durante las últimas décadas, los críticos poscoloniales han expresado muchos de los mismos argumentos que surgieron en este período. La crítica fue más intensa durante la Primera Guerra Mundial, cuando Europa estaba siendo devastada por el conflicto. La guerra marca un cambio importante en la forma en que América Latina ve a Europa. Desde el inicio de la guerra en Europa, América Latina se vio enfrentada a una gran cantidad de dificultades. Aunque intentaron mantenerse neutral, los Estados de la región se vieron involucrados en el conflicto debido a que los europeos no respetaban los derechos de los países neutrales. No obstante, los intentos hechos en América Latina para fortalecer estos derechos no tuvieron éxito debido a conflictos internos o a la influencia de las potencias europeas y de Estados Unidos. La acción económica de los Aliados durante la guerra, que incluyó el bloqueo de Alemania, la limitación del comercio neutral y la aplicación de listas negras, tuvo un impacto en todos los países de América Latina. Esto resultó en una pérdida de soberanía estatal para estos países, quienes se vieron limitados en su capacidad para tomar medidas al respecto. La propaganda de ambos bandos involucrados llevó el conflicto, originalmente limitado a Europa, a América Latina y logró que una nueva percepción negativa de Europa se extendiera, no solo entre las élites sino también en la población en general. Los impactos económicos y sociales de la guerra jugaron un papel fundamental en la evolución histórica del subcontinente. Las economías y sociedades latinoamericanas experimentaron importantes cambios como consecuencia del colapso del sistema económico mundial liberal clásico. En muchos países se dejó de enfocar principalmente en Europa en términos económicos, para cambiar hacia una orientación hacia Estados Unidos. Durante la guerra, el liderazgo de Estados Unidos en política y economía se consolidó de manera definitiva. La industrialización en América Latina tuvo sus primeros intentos limitados debido a la falta de materia prima y al crecimiento de las exportaciones. En líneas generales, el surgimiento del nacionalismo tuvo un impacto significativo en la percepción que América Latina tuvo de Europa en períodos posteriores. Los cambios en la sociedad, incluyendo el aumento de las clases medias y trabajadoras, que ya estaban en marcha antes de la guerra, también se convirtieron en factores fundamentales en estas relaciones. Durante la Primera Guerra Mundial, la atención económica se centró en Estados Unidos, lo que llevó a un cambio en la crítica antiimperialista hacia el país vecino del norte, que había estado presente desde 1898 como respuesta al expansionismo estadounidense. Obtuvo su información de múltiples fuentes. Algunos defensores de esa idea proponían una mayor cercanía a Europa, la cual ya no se percibía como una amenaza importante a tener en cuenta. Después de la Segunda Guerra Mundial, intelectuales, escritores, filósofos y políticos coincidieron en la necesidad de una renovación intelectual y cultural profunda para impulsar el desarrollo independiente de América Latina y fortalecerla en todos los aspectos de la sociedad. Surgió una corriente de nacionalismo cultural. Este pensamiento se originó a través de un constante intercambio con Europa y otras regiones del mundo; las ideas ya se compartían a nivel global en ese periodo. Durante ese tiempo, se pudo observar un crecimiento notable en la popularidad de las ideas socialistas y comunistas, lo cual condujo a la creación de múltiples partidos políticos. Además, el regreso a las raíces indígenas surgió como una alternativa opuesta al modelo europeo, el cual había perdido parte de su encanto. Desde la época de la guerra se expresó la idea de que América Latina, por ser más joven que Europa, tiene el potencial de superarla y mejorar. América Latina no debe limitarse a copiar las utopías europeas, sino encontrar su propio rumbo y crecer. La Segunda Guerra Mundial exacerbó la separación de América Latina con Europa. El factor determinante fue la clara supremacía de Estados Unidos. Durante los años de la guerra, Estados Unidos no solo superó a Europa en gran parte de las posiciones económicas, sino que también se estableció como la principal autoridad moral y cultural. Muchos gobiernos latinoamericanos no estaban totalmente preocupados por la amenaza fascista, pero mostraban simpatía por las políticas antifascistas de Washington, las cuales eran aún más atractivas gracias a la retórica de la buena vecindad que se utilizaba. Normalmente, se encomendaba a Estados Unidos la tarea de proteger a Europa de esta amenaza, además de garantizar la estabilidad económica en la zona. Se notó con cierta inquietud la cada vez mayor dependencia unilateral que implicaba esta falta de conexiones con Europa, aunque no se contaba con otra alternativa. Las actitudes de los países latinoamericanos hacia la guerra exhibieron variaciones graduales en diversos aspectos. Hay una amplia gama de posturas políticas en los países caribeños y centroamericanos hacia Estados Unidos, desde una lealtad inquebrantable hasta la adhesión a la neutralidad en el caso de Argentina, que llegó casi tarde. Desde el punto de vista económico, el dominio de Estados Unidos siguió siendo claro después de 1945. En 1948, representaba el 60% del comercio exterior total de América Latina. Sin embargo, durante la década de 1950, Europa experimentó un resurgimiento económico y volvió a dirigir su atención hacia los mercados latinoamericanos en lugar de los Estados Unidos. América Latina era fundamental para Alemania, específicamente para la recuperación del comercio exterior, dado que la apertura de otros mercados estaba demorada. Además, hubo cambios en el ámbito político como resultado de la nueva influencia de Estados Unidos en el escenario global durante la Guerra Fría. De esta manera, Estados Unidos afianzó su papel dominante en América Latina, la cual era vista como una zona clave para su seguridad y, por ende, un área de influencia política y económica. Por otro lado, la colaboración del Atlántico Norte entre Estados Unidos y Europa Occidental impactó en la participación de Europa en la escena global y en su política exterior, llevando a los europeos a no intervenir en los asuntos de América Latina. Debido al cambio en la dinámica internacional, los europeos se vieron relegados en su participación en los asuntos latinoamericanos, lo que resultó en una disminución de la diversidad y la profundidad en las relaciones entre ambas regiones. El interés predominante de Estados Unidos en América Latina, motivado por la percepción de la Revolución Cubana como una amenaza, obligó a los europeos a ocupar un papel secundario, a pesar de que varios países de la región habían mostrado interés en estrechar lazos con Europa como contrapeso a su poderoso vecino del norte. Europa continuó siendo un lugar con interés político, a pesar de no tener una influencia significativa debido a las dinámicas de poder en juego. Los ciudadanos de América Latina estuvieron atentos al proceso de unificación de Europa que comenzó en los años 50. A pesar de ello, en las décadas siguientes persistió la sensación de sentirse excluidos o marginados. El incremento de los regímenes autoritarios de orientación militar, los cuales cometieron numerosas violaciones de los derechos humanos, tuvo un impacto negativo en las relaciones con Europa. Durante este tiempo, varios países de América Latina optaron por una estrategia económica de sustitución de importaciones como medio para fomentar su industrialización. Esto se vio complementado por esfuerzos de unión regional, como la creación de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC) en 1960, la cual se unió con la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) en 1989. Europa sirvió como un ejemplo en varios intentos de promover el comercio entre países latinoamericanos y en incrementar la influencia política de la región. No obstante, la unión europea generó conflictos en las relaciones entre las dos regiones, debido a que las políticas agrícolas y comerciales de la Comunidad Europea perjudicaron a América Latina en comparación con las colonias europeas. Fue hasta la década de los ochentas que la política europea comenzó a prestar más atención a América Latina, gracias en gran medida a la influencia de España, que se percibió como un enlace con sus antiguas colonias. El hito histórico a nivel global que ocurrió en 1989/90 tuvo un impacto importante en América Latina. El término de las dictaduras en Chile, Nicaragua y Paraguay, junto con el cambio en la dinámica de la política exterior tras el fin de la confrontación Este-Oeste, generó diferentes posibilidades y desafíos. En América Latina y Europa, las relaciones de equilibrio seguían siendo relevantes, no solo con respecto a Estados Unidos, sino también con China y Rusia. En la actualidad, no se percibe el mismo entusiasmo que había antes, sino que la desilusión se ha arraigado en su lugar. El interés europeo en América Latina ha disminuido debido a la expansión hacia el este de la UE y las crisis políticas y económicas desde 2009. Se produce el mismo efecto en la dirección opuesta. La falta de coordinación en América Latina se debe a que los interesantes planes de integración regional a través del Mercosur en 1991 no se mantuvieron. En la actualidad, Europa no es la región más relevante para América Latina en el nuevo mundo multipolar. Desde el punto de vista cultural, el antiguo continente ha mantenido su relevancia, ya que muchos latinoamericanos también comparten y se identifican con los principios de la tradición liberal, democrática y constitucional de Occidente, incluyendo los derechos humanos. Desde la Primera Guerra Mundial, los habitantes de la región ya no aceptan la supremacía de los europeos, sino que se consideran iguales a sus antiguos gobernantes, enfrentando problemas y desafíos por igual. La “descolonización” cultural proclamada durante el auge de la literatura latinoamericana en los años 80 ha sido llevada a cabo por completo desde hace mucho tiempo. La admiración de antes ha sido reemplazada por una indiferencia amable, aunque aún se mantiene una simpatía mínima. Para la mayoría de los latinoamericanos, Europa es principalmente un destino turístico y futbolístico que provoca nostalgia, sin embargo, no es solo eso, pero tampoco menos.

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