El Nàstic sufrió su tercera derrota de la temporada en su décimo partido, al perder contra el Real Unión de Irún en el Stadium Gal. El encuentro estuvo afectado por la lluvia y el estado del terreno de juego. Un partido en el que la pelota apenas se movió, tal vez no debería haberse disputado debido al estado del campo, y que finalmente se decidió a favor del equipo local después de que Joan Oriol cometiera un penalti por mano en la segunda mitad, que Quique Rivero aprovechó para marcar el gol de la victoria sobre el equipo visitante.
Según las normas de la RFEF, si el balón no puede moverse debido a la acumulación de agua, el árbitro debe detener el partido. Es probable que Figueiredo Comesaña considerara esta idea, ya que el fuerte temporal afectó al Stadium Gal, donde el estado del césped dificultaba considerablemente la práctica normal del fútbol. Eso definitivamente no era un tapete mientras la bola se movía siguiendo los charcos en el suelo. En algunas áreas, la saliva era expulsada con fuerza, mientras que en otras áreas se detenía bruscamente. El enfrentamiento fue extremadamente exigente para los jugadores, tanto en términos mentales como físicos, lo que resultó en un completo desorden durante el partido.
El Nàstic presentó un once con variaciones en su partido contra el Real Unión, en comparación con el equipo que jugó en la última victoria frente a Osasuna Promesas. La entrada de Dani Rebollo bajo los palos en lugar de Alberto Varo fue una sorpresa enorme. La sustitución no se realizó estratégicamente, sino que fue forzada debido a una lesión del portero de La Canonja que necesitó ser reemplazado. Por lo tanto, el portero andaluz jugó su primer partido con la camiseta rojiblanca en una tarde lluviosa. La medular vio un cambio más en el once con la inclusión de Óscar Sanz en lugar de Marc Montalvo. Antonio Leal confía plenamente en su habilidad para desempeñarse en el centro de la defensa junto a Unai Dufur.
Después de solo unos minutos en el Stadium Gal, los equipos se dieron cuenta del camino que tomaría el partido. Un encuentro en el que la pelota estaba ardiente ya que era imposible avanzar con ella. Durante una fuerte lluvia, el partido se enfrentó a un constante desafío con un estilo de juego directo por parte de ambos equipos. El vencedor sería aquel que cometiera menos errores y ganara la mayoría de los duelos. En una tarde donde la habilidad se desvanece y da lugar a la competencia y astucia. Una tarde en la que el amor triunfa.