Sestao River perdió 1-0 con Lugo


Después de brillar, sobrevivir. Después de demostrar que el plan ideado por Lolo Escobar y el fútbol ofensivo tienen cabida y sirven para ganar, hay que respirar a toda costa. El primer triunfo de la temporada fue sumado por el Lugo en una mezcla de estilos.

A través de la pelota y las transiciones en la primera media hora, dominar el duelo. Agarrado al juego directo en la hora restante, resistir en campo propio. La primera alegría de la campaña se la valieron los dos.

En un campo pequeño y blando, fue una combinación práctica contra un rival físicamente poderoso, que hizo del empuje su forma de vida. El talento del Lugo se demostró cuando quiso el cuero. Cuando optó por el esfuerzo y el trabajo, todos respondieron para que la Liga creciera.

El Lugo cumplió una primera media hora impecable, como si fuera una proyección casi perfecta de lo ideado por Lolo Escobar en su cabeza. Pegado al césped surgió el diseño del técnico, y el Sestao River no pudo impedir el buen hacer rojiblanco. Agarrado al empuje de su pareja de medios, Yayo y Vaquero, el rojiblanco se aseguró por su línea defensiva. Además, fue impulsado por las llegadas de segunda línea de Jon Cabo, Roger Martínez, y la efervescencia de Martín Ochoa.

El conjunto vasco no tuvo tregua por parte del punta cedido por el Dépor. Lideró una primera línea de presión con su trabajo, que comandó el resto de un equipo que robaba rápido y sin dudar salía sin detenerse a marear el cuero, solo con el área de Iago Herrerín en la cabeza y en las botas.

Martín Ochoa tuvo un mano a mano en los primeros cinco minutos, pero su vaselina se fue fuera. Con un pase por dentro que había llegado a la movilidad del punta, ejecutó los desmarques de ruptura como si fuera un veterano a pesar de tener menos de 20 años.

La siguiente no la erró el Lugo. Para meter un centro lateral, Lizancos llegó a pisar el carril derecho. Ochoa falló el remate, pero el cuero golpeó a Carlos Blanco y terminó en los pies de Jon Cabo, quien lo envió cruzado a la red.

El gol otorgó aún más energía y seguridad a un equipo rojiblanco imperial en su colocación. Esto impidió cualquier capacidad del equipo vasco para generar algo, y el conjunto rojiblanco supo avanzar con el balón, encerrando así a un rival desanimado. Roger Martínez y, otra vez, Ochoa, estuvieron cerca del segundo gol y, transcurridos más de treinta minutos, el Sestao River mejoró.

Etxaniz tuvo una ocasión en la que no logró rematar un buen centro lateral, lo que provocó la duda en el Lugo, que empezó a sufrir con los balones hacia los costados y el empuje. Zoilo en la izquierda padeció un mundo y con un testarazo fuera, Bustillo llegó a perdonar el empate. Incluso en el descuento, llegó a igualar, pero el colegiado tuvo piedad de los rojiblancos y anuló el 1-1 debido a un contacto de Efremov en el remate.

Tras el entretiempo, realizó un ejercicio de supervivencia. El cuadro rojiblanco se agarró a su defensa para evitar el empate, atrincherado en su espacio como una barrera que, con el paso de los minutos, fue acumulando efectivos delante de Marcos Lavín.

Las herramientas que el sudor sestaotarra sacó para tratar de hacer daño a un Lugo que apenas logró sacar un par de contragolpes y algún remate, ya en el tramo final, fueron el juego directo y la pelea constante.

Al poco de iniciarse el segundo acto, se salvó en un disparo al palo de Leandro, quien le había ganado la espalda a Juan Rodríguez.

El Lugo controló el partido a través del reloj, utilizando el físico como asidero y sin la pelota. El tiempo que pasó apagó la claridad vasca para llegar y el equipo dirigido por Lolo Escobar optó por quedarse en su zona.

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