En un vibrante duelo inaugural de la Europa League, Niza y Real Sociedad sellaron un empate cargado de emociones (1-1) en el Allianz Riviera, escenario de este apasionante enfrentamiento en la encantadora ciudad francesa.
El encuentro arrancó a toda velocidad, con ambos equipos ansiosos por desplegar su estilo de juego desde los primeros minutos. Y así, apenas transcurridos dos minutos del encuentro, llegó el primer destello de acción: Youssoufa Moukoko se aventuró con un disparo que se perdió lejos de la meta defendida por Álex Remiro.
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Intentó emular a la Real, con un Brais Méndez que enviaba un pase al corazón del área buscando a Mikel Oyarzabal. Sin embargo, el capitán txuri urdin no logró dominar el balón como esperaba, lo que permitió a la defensa gala despejar la jugada sin mayores complicaciones.
Con la desaceleración del juego, el equipo visitante encontró su momento para hacerse cargo del mando del partido. Fue en ese momento que un descuido en nuestro terreno de juego permitió que Brais interceptara el balón con maestría. Con una conducción impecable, habilitó a Ander Barrenetxea, quien no dudó en desatar un potente disparo desde fuera del área, desafiando la portería rival.
Con su tanto pragmático justo antes del descanso, la Real se adueñó del balón y, por ende, del ritmo del encuentro. Un Niza perdido en la búsqueda de una estrategia efectiva, se vio imposibilitado de crear verdadero peligro en la meta contraria.
La tensión comenzó a apoderarse del equipo local, lo que permitió a la Real encontrar huecos para lanzar sus contraataques. Mikel Oyarzabal tuvo una oportunidad dorada para estirar la ventaja, gracias a un pase que lo dejó frente a la portería, pero un impecable Jonathan Clauss intervino justo a tiempo, deteniendo su potente disparo.
Todo indicaba que la Real se retiraría al vestuario con una ventaja en el marcador, pero un inesperado regalo en el despeje de Aihen Muñoz abrió la puerta al gol del Niza, firmado por Pablo Rosario. Un balde de agua helada cayó sobre la Real, que había mostrado su mejor cara durante los primeros 45 minutos del encuentro.
Al salir de los vestuarios, el Niza se dio cuenta de que aquel gol crucial, marcado en el último instante, había encendido en ellos una chispa renovada de motivación. Durante un córner, Jon Pacheco se dejó llevar por la emoción del juego y, en un descuido, impidió el avance de Dante con un claro agarrón que llevó al árbitro a señalar un penalti indiscutible. Cuentan que es en los momentos de dificultad donde nacen los verdaderos héroes, y Remiro decidió abrazar esa filosofía al pararle el penalti a Evann Guessand.