Motagua dejó escapar la oportunidad de brillar en casa y ahora ve cómo se enredan sus sueños de brillar en el ámbito internacional. Anoche, el equipo empató 2-2 contra el Herediano, un marcador que podría haberse evitado de no ser por la lamentable irresponsabilidad de Colocho Martínez, quien, tras ingresar al campo, solo logró ganarse una tarjeta roja. Ahora se embarcará en una travesía hacia Costa Rica en busca de su gran hazaña. Tras un primer tiempo deslumbrante que parecía sellar el destino del encuentro, el segundo periodo se convirtió en una sombra del anterior, brindando así una nueva oportunidad a los pupilos de Jafeth Soto.
Las emociones despertaron desde el primer momento. Yeison Mejía desató su habilidad al recorrer la banda derecha, donde logró enviar un centro preciso. La defensa, al intentar despejar, dejó el balón suelto en el área. En ese instante, Rodrigo Gómez se lanzó como una flecha y, con un potente disparo, selló el destino del esférico hacia la red, tras desviarse en Rubilio Castillo.
Bajo un manto de lluvia que acarició la capital, el azul lucía más vibrante que los ticos, quienes no lograban encadenar dos pases seguidos. El Druppy tejía su red con destreza, pero Rubilio y Auzmendi no lograban conectar con la jugada final. Esto permitió a los ticos organizarse de manera efectiva y proteger su arco de cualquier amenaza.
Motagua no tardó en hacer sentir su presencia en el campo, cuando Carlos Meléndez conectó un poderoso cabezazo tras un tiro libre ejecutado por Gómez. Sin embargo, la oportunidad se les escapó. Poco después, la insistencia se tradujo en otra jugada que llevó el peligro al área defendida por Aarón Cruz, quien se erigió como un muro al despejar un tiro de esquina de Druppy, que casi se convierte en un gol olímpico.
La audaz impronta de Getsel Montes encendió el terreno de juego; primero se llevó por delante a Gómez y, acto seguido, dejó en el suelo a Rubilio. En el primer acto, recibió una reprimenda, mientras que en el segundo, el equipo de camisetas azules clamaba por una tarjeta amarilla. El entrenador Jafeth Soto instó a su equipo a elevar su nivel de concentración. Con cada tic-tac del reloj, los costarricenses se unieron con determinación, afianzando sus líneas para concluir la primera mitad y esbozar un plan renovado durante el descanso.
Claro, aquí tienes una versión creativa del párrafo que mencionas: "Adición extra." Soto decidió incorporar a Jesús González, el antiguo estrella de las Chivas de México, lo que instantáneamente elevó la fuerza ofensiva del equipo. No pasó ni un minuto tras su entrada al campo cuando el talentoso mexicano deslumbró a todos con una jugada magistral que selló el empate. Recibió la pelota justo frente a la portería, deslumbró a Christopher Meléndez con un hábil amago y quedó en posición ideal. Con un sutil toque, elevó el balón sobre Rougier y así logró igualar el marcador.
Herediano sintió que la victoria estaba al alcance de su mano. Allan Cruz, con el balón en los pies, se acercó a la meta rival, pero su disparo, cargado de esperanza, se escapó por encima del arco azul. Con el empate, la suerte sonrió a los florenses, haciendo que la balanza se inclinara a su favor. Motagua dejó escapar el dominio del balón y se desvaneció su sello característico. Diego decidió darle un giro a la estrategia y mandó al campo a Carlos Zapatilla Mejía, sustituyendo a Rubilio Castillo, quien lamentablemente no logró hacer ni un solo intento a puerta. ¡El banco iba a calentarse como nunca! En su primer intento, Mejía se encontró con una oportunidad dorada frente a la meta, pero no pudo aprovecharla; su disparo se elevó por encima del arco custodiado por Cruz.
Sin embargo, no siempre se triunfa en los partidos solo por control del balón; Diego Vázquez entendió que era hora de reinventar el juego. Decidió introducir a velocistas como Jorge Serrano y Walter Martínez, y esa audaz jugada condujo al segundo gol del equipo azul.
Serrano se apoderó de la pelota desde el flanco derecho. El estadio estalló en vítores mientras el panameño, desbordando energía y determinación, alzó la vista. Rodrigo Auzmendi, el hermano de Agustín, acechaba desde el centro, y con su altura imponente, se elevó en el aire, conectando un cabezazo certero que superó al arquero Cruz y dejó el marcador 2-1 a favor de las águilas.
Gracias a su victoria en la bolsa, Motagua respiró con renovado entusiasmo, se lanzó al ataque contra los ticos y se propuso cerrar el partido con broche de oro. Marcelo Santos recibió el balón y, con una media vuelta magistral, disparó justo por encima del travesaño, desatando el delirio en el Chelato Uclés, que se convirtió en un auténtico espectáculo de locura. Los hinchas, en un torrente de entusiasmo, presionaban con tal fervor que el equipo rival se vio cada vez más arrinconado, incapaz de encontrar el camino para reponerse.
El efímero reloj de la existencia empezó a marcar la hora de su despedida. Con un dominio magistral del balón, Motagua llevó al Herediano a un terreno pantanoso en su propio estadio, hasta que Walter Colocho Martínez, desbordado por la tensión, cruzó la línea y se mostró con una roja. Le propinó un ligero codazo a Juárez, y tras revisar el VAR, el árbitro tomó la decisión de mantener la tarjeta amarilla. Diego se vio obligado a replegar a su equipo, buscando afianzar la defensa para resistir los últimos instantes del tiempo adicional.
Con un jugador menos en el campo, Motagua se tambaleó, mientras Herediano encontró fuerzas renovadas en el agregado. En el emocionante minuto 90+6, una falta cerca del área se convirtió en el escenario perfecto para que Everardo Rubio, con un poderoso cabezazo, igualara el marcador. El Nacional se llenó de silencio, y la presión se intensificó sobre el equipo azul, que ahora enfrenta una tarea monumental: triunfar en Costa Rica el miércoles si desea mantener vivas sus esperanzas en la Concacaf. La despreocupada actuación de Colocho Martínez le brindó al Herediano un resultado cómodo como si se lo hubieran servido en bandeja de plata.